Quinta Guadalupe

En el interior de la Quinta Guadalupe -denominada así en honor de Guadalupe Castro, esposa del emigrante colombrino Iñigo Noriega Laso- se han reconstituido algunos espacios con mobiliario original de la época que ofrecen al visitante un reflejo de la casa indiana.

Sus interiores, espectaculares, despliegan un interesante programa iconográfico referido al fenómeno de la emigración a América y el viaje ultramarino. Los colores, tanto del interior como del exterior, hacen alusión a los verdes y azules cambiantes del océano. Las pinceladas en plata evocan la riqueza que la emigración aportó a la tierra de partida. Se han restaurado minuciosamente todos los espacios de la casa, artesonados y vidrieras artísticas, de acuerdo al estado original del edificio cuando fue construido.

En la casa, a lo largo de tres plantas se encuentra instalado el Museo de la Emigración.

La planta principal cuenta con un amplio salón en un patio abierto y a su alrededor las dependencias del comedor, sala de recibir, espacios dedicados a exposiciones de la emigración a Cuba y Tampa, la emigración política, y una amplia veranda.

La planta primera alberga la Biblioteca, así como espacios museísticos dedicados a Manuel Ibáñez, primer Conde de Ribadedeva; Iñigo Noriega Laso; La emigración: una cultura de empresa y varios salones dedicados a la emigración a México.

La planta segunda está dedicada por completo a la exposición permanente, con salones de las comunidades asturianas en Chile, Argentina y el Centro Asturiano de Buenos Aires y otros países, así como una exposición sobre el viaje ultramarino y los naufragios.

Iñigo Noriega Laso

Nació en Colombres en 1853 y emigra a México a los catorce años. Se trata de uno de los más importantes empresarios españoles en el México de finales del siglo XIX y principios del XX.

Su biografía está jalonada de innumerables anécdotas y leyendas. De él se cuenta que alcanzó fama ante el gobierno de la ciudad por oponerse a la ley que ordenaba el cierre de las puertas de las cantinas a las 12 de la noche, por lo cual “se vio forzado” a quitarlas en su establecimiento. Según la leyenda, así comenzó a forjarse uno de los mayores imperios empresariales de México.

De entre sus empresas destaca la desecación del lago de Chalco, del que haría una gran explotación agrícola, en la que trabajaban de 2.000 a 3.000 obreros. Era también propietario de otras muchas haciendas, minas, fábricas textiles, ferrocarriles, línea de vapores, etc., y fundó en México las ciudades de Colombres y Ciudad Reinos. Para el cuidado de sus propiedades disponía de un ejército particular de 250 hombres.

La buena estrella de Noriega se apagó con el triunfo de la Revolución. Expropiados todos sus bienes, falleció en la ciudad de México en diciembre de 1920, en el domicilio de una de sus hijas.

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